Llevo unos días ausente y es que hay veces que es mejor ver los toros desde la barrera, y nunca mejor dicho.
En los últimos días mi burro, que no es un Rucio cualquiera, se ha enzarzado a coces con un toro, que no sé si enamorado de la luna, con botines o sin ellos, ha entrado en la refriega para engrosar esta fauna, que ya la quisiera para sí el mismísimo Samaniego.
En esta lid de coces y "cornás" he preferido mantenerme al margen , ya que bien mocito está mi burro para que salga nadie a defenderle, y el toro demuestra, que como los dientes, los cuernos duelen al nacer pero luego ayudan para comer.
Está visto que el burro, falto de mejores argumentos que los redundates bulos con los que entretenía a su público, y molesto por lo que se ve por la aparición inesperada del toro, (por algo será) ha preferido entrar al trapo y participar de la charlotada, en la que falta el enano torero y el chino que trajo Blas en unas ferias pasadas. O aquellas brasileñas que nos traía Paco Gil y que consiguieron que mi burro se pusiera más ídem que nunca... (disculpen ustedes la ordinariez)
Entre tanto yo, vestida de peineta y mantilla (del todo a cien, no sea que digan que me costó 3000 euros) veo los toros desde el tendido esperando el cambio de tercio para opinar.
A ver si en esto aparecen los tres cerditos, el cuervo y el queso, o las ratas de Hamelin, que ya no saben que flauta seguir.
En los últimos días mi burro, que no es un Rucio cualquiera, se ha enzarzado a coces con un toro, que no sé si enamorado de la luna, con botines o sin ellos, ha entrado en la refriega para engrosar esta fauna, que ya la quisiera para sí el mismísimo Samaniego.
En esta lid de coces y "cornás" he preferido mantenerme al margen , ya que bien mocito está mi burro para que salga nadie a defenderle, y el toro demuestra, que como los dientes, los cuernos duelen al nacer pero luego ayudan para comer.
Está visto que el burro, falto de mejores argumentos que los redundates bulos con los que entretenía a su público, y molesto por lo que se ve por la aparición inesperada del toro, (por algo será) ha preferido entrar al trapo y participar de la charlotada, en la que falta el enano torero y el chino que trajo Blas en unas ferias pasadas. O aquellas brasileñas que nos traía Paco Gil y que consiguieron que mi burro se pusiera más ídem que nunca... (disculpen ustedes la ordinariez)
Entre tanto yo, vestida de peineta y mantilla (del todo a cien, no sea que digan que me costó 3000 euros) veo los toros desde el tendido esperando el cambio de tercio para opinar.
A ver si en esto aparecen los tres cerditos, el cuervo y el queso, o las ratas de Hamelin, que ya no saben que flauta seguir.